Las fiestas indígenas dedicadas a los muertos fueron proclamadas en 2003, atribuidas a México e inscritas cinco años más tarde en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Las festividades que rinden culto a los muertos son resultado del sincretismo entre los ritos prehispánicos y los festejos católicos llevados a suelos aztecas por los españoles en el siglo XVI.
Esta celebración contempla levantamientos de altares con ofrendas que son colocados en casa o panteones. El altar se monta sobre una mesa o repisa, puede ser de dos, tres o siete niveles, cada plataforma simboliza los pasos requeridos para llegar al cielo. Es decorado con calaveras de azúcar con el nombre del o los difuntos en la frente, pan de muerto, los platillos favoritos del difunto: mole o tamales, bebidas y cigarros.
La flor de cempasúchil es de color naranja y resulta imprescindible por su olor en la ofrenda para atraer y guiar las almas de los difuntos. Velas colocadas en forma de cruz, sal en señal de purificación, incienso, papel picado y el retrato del difunto. También se pueden colocar objetos personales como peines y juguetes, por cierto, los esqueletos de cartón y las tradicionales muñecas llamadas “Peponas” son los juguetes favoritos para adornar por sus formas y coloridos.
El pan de muerto representa en su centro el cráneo y los huesos del muerto, según la región puede variar su consistencia y sabor.
Aguascalientes, Michoacán, Jalisco y todo México se preparan para celebrar el Día de Muertos. La celebración de los Fieles Difuntos fue designada por la Iglesia Católica y se celebra el 1 y 2 de noviembre. En suelos aztecas antes de la llegada de los españoles, ya se rendía culto a la muerte y hay registros en las etnias totonaca, nahua, mexica y maya, en los que se creía que morir era sólo el comienzo del viaje hacía el Mictlán, reino de los muertos descarnados.
Janitzio, aroma a cempasúchil
En Michoacán, la fiesta más conocida se realiza en Janitzio, lugar en donde los pobladores de Pátzcuaro y de la isla inician la celebración por la tarde del primero de noviembre, con la caza del pato sagrado, ave criada en el Lago de Pátzcuaro. La cacería se realiza sólo con lanza y los animales obtenidos son cocinados para dar de comer a quienes esperan la llegada de los difuntos
en la madrugada del 2 de noviembre.
Aguascalientes, la tierra de José Guadalupe Posada
El Festival de las Calaveras es uno de los atractivos más importantes de Aguascalientes, a finales de octubre y principios de noviembre, la ciudad se convierte en una pintoresca celebración que preserva las tradiciones de culto a los muertos y rinde homenaje al artista plástico con dominio en la caricaturización de la muerte: José Guadalupe Posada. El ilustre grabador, dibujante y periodista gráfico, nacido en 1852, es el autor de la imagen de la mundialmente conocida “Catrina”, aunque su título original es la calavera garbancera.
Aunque el Día de Muertos se relaciona con México, son muchos los países hispanos que celebran esta tradición.
Guatemala: ofrendas florales
En los hogares guatemaltecos levantan altares con veladoras, un vaso con agua y la fotografía del difunto. Los cementerios y hogares se visten del color amarillo de la flor de muerto que sólo florece en esta temporada.
Perú: entre sorbos de café
El levantamiento de altares con ofrendas, los platillos favoritos que el difunto disfrutaba saborear, además de velas y flores; y la reunión familiar en casa para recordar al difunto entre charlas acompañadas con tazas de café son los elementos que integran la festividad, en la que, la visita a las tumbas para llevar flores, pone punto final a la celebración.
Nicaragua: de noche en el panteón
Para los nicaragüenses, la visita a los cementerios es de noche y parte de su tradición consiste en dormir o pasar la velada al lado de las tumbas de sus difuntos.
Ecuador: pasado y presente
Como parte de su tradición, algunas comunidades celebran el rito antiguo, es decir, degustar una deliciosa comida, entre familiares, con los platos favoritos del difunto y servida sobre la tumba del fallecido.
La ofrenda tradicional consiste en guaguas, que son piezas de pan hechas con figuras de niños y una Colada Morada, llamada así a la bebida con base de maíz negro y frutas como naranjilla, piña, moras y arándanos.
Visita al camposanto
Honduras, Costa Rica y Colombia comparten la visita a los cementerios para llevar ofrendas florales y colocarlas en las tumbas, como parte del rito, también se asiste a la iglesia para rezar por sus muertos. Venezuela recuerda a sus muertos con la visita al panteón.
FOTOGRAFÍAS: Cortesía Rubén A. González