Rubén Alejandro González /México
Desde la campaña por la presidencia de Estados Unidos escuché en repetidas ocasiones la propuesta de Donald Trump por levantar un muro entre la frontera sur de su país y el norte de México. En respuesta, muchas voces han replicado que no se deben levantar muros sino construir puentes entre naciones, pero las imágenes recientes de los integrantes de la Caravana Migrante, varados en el Puente sobre el Rio Suchiate entre Guatemala y el Sur mexicano han demostrado que también los puentes cerrados impiden el acceso y más, cuando se trata de un ingreso violento y sin respetar las leyes de migración, situación que ha provocado opiniones encontradas.
El dicho reza que una imagen dice más que mil palabras y en algunos medios de comunicación pude ver dos ángulos diferentes del mismo suceso, aunque dividido por el antes y el después. En primer plano, la salida de Guatemala de los primeros migrantes provenientes en gran mayoría de Honduras.
Por un lado, observé mujeres con bebés en brazos, niños a pie en compañía de sus madres que entonaban el himno hondureño y coreaban “Somos hondureños, no somos delincuentes, somos inmigrantes”, y detrás de ellos, grupos de hombres que comenzaban a empujar con el objetivo de derribar una reja hasta lograr el cometido, sin importarles que al frente hubiera mujeres y niños, pero su plan era ingresar a suelo mexicano al grito de “Sí se pudo, Sí se pudo”.
Posteriormente y, por otra parte, vi que los grupos que cruzaron de manera violenta la primera valla, lograron empujar y abrir las puertas del puente internacional, para cruzar y ser retenidos con escudos y gases lacrimógenos por parte de la Policía Federal de México, en respuesta a este bloqueo, los policías durante los forcejeos fueron agredidos con objetos lanzados por integrantes del éxodo. La escena siguiente fue la de miembros de la caravana que decidieron saltar al Rio Suchiate y llegar a tierra mexicana por agua o por balsa, la meta era cruzar.
Llama mi atención que algunos periódicos internacionales y portales de noticias optaron por ilustrar el suceso con videos y fotografías de mujeres y niños retenidos por los policías, aunque otros medios de comunicación decidieron mostrar instantáneas de la obligada caída de la reja. También leí cómo mucha gente condenaba que las fuerzas policiacas retuvieran a mujeres y niños, sin embargo y después de ver las imágenes y videos del derribo de la cerca y de la agresión con objetos, su punto de vista cambió para condenar este ingreso como violento.
A pesar de la postura del Gobierno de México que mantiene la disposición de apoyar a los migrantes que decidan ingresar al país respetando sus leyes. En el punto fronterizo los oficiales de Migración dieron acceso prioritario y ordenado a mujeres y niños. Por ello, me sorprendieron las declaraciones en Twitter del periodista Jorge Ramos quien nombró al gobierno del presidente de México Enrique Peña Nieto como “la policía migratoria de Donald Trump” y argumentó que “México está separando familias”.
Por otra parte, un personaje que ha abogado por los derechos humanos de la comunidad migrante es la senadora mexicana Verónica Delgadillo, quien antes de la llegada del contingente estuvo al pendiente (aunque esto le ha causado el reclamo y apoyo de sus seguidores en redes sociales). En su visita el pasado fin de semana a Suchiate, Chiapas, publicó una lista que cuantifica a los integrantes del movimiento: 2622 hombres, 2234 mujeres, niños 1070, niñas 1307, un total de 7233 personas que buscan mejores condiciones de vida, pese a que diversas publicaciones aseguran que algunos de ellos ya han regresado a sus países de origen.
Crédito: AGENCIAS