Nacieron en los Estados Unidos, pero su crianza fue de acuerdo a la cultura de sus padres, ambos mexicanos. Lorena y Neyely se adentran a la tradición de Día de los Muertos, a los recuerdos de familia, y al orgullo de ser mexicanas por herencia y por convicción.
Nancy Águila/Memphis
Como muchos jóvenes hijos de inmigrantes, estas dos hermanas crecieron en los Estados Unidos, aprendieron el inglés, pero no dejaron de lado el idioma de sus padres: el español. En entrevista con El Informante de Memphis, y ataviadas con atuendos mexicanos y caracterización de Catrinas, nos hablan de lo que es ser americanas de nacimiento, y mexicanas de corazón.
Memphis es una ciudad que al pasar de los años se ha impregnado de matices que la migración le ha traído. La comunidad latina en particular se ha expandido y ha formado parte de la cultura cotidiana a través de sus artistas, danzantes, promotores culturales, empresarios y trabajadores.
La celebración de Día de los Muertos se ha convertido en un festejo obligado, que se aleja de los estereotipos, y que profundiza más de las raíces de la celebración milenaria, que hipnotiza igual a gente de todas las culturas por su misticismo, visión de la muerte y su folclor.
Para Lorena y Neyely, adentrarse en esta tradición, es reconocerse en su origen. “Fuimos criadas a lo mexicano. No hablábamos sólo inglés en la casa. Así como fuimos creciendo, nuestro idioma fue evolucionando, se mezclaban nuestras palabras de español con la de inglés. Nuestros papás se fueron incorporando a la cultura de este país, pero con sus principios. Nos decían cosas como «las quiero en la casa a esta hora; váyanse juntas; ustedes no se van de la casa hasta que se casen…», y todos esos valores y principios muy latinos nos los inculcaron”, recuerda Lorena.
Aunque la mayor parte de sus vidas la han pasado en los Estados Unidos son contundentes sobre sus orígenes. “Nos sentimos 100% mexicanas aunque vivamos y hayamos crecido aquí”, dice Neyely sin titubear, a lo que Lorena agrega: “Estamos mezcladas con la cultura americana, pero si me preguntas qué soy, yo soy mexicana”.
Remata Neyely entre risas: “Si nos preguntas qué preferimos, si una hamburguesa o unos tacos, ¡siempre unos tacos!”
Neyely y Lorena caminaron entre las tumbas del Cementerio Elmwood, el más viejo de Memphis, para recrear a la Catrina, el célebre personaje del artista mexicano José Guadalupe Posada que retrata a la Muerte. Con su indumentaria mexicana y su rostro simulando a la huesuda pretenden rescatar esa tradición, que aunque no fue inculcada en su casa, las acompañó en su historia familiar.
Neyely se sincera y nos cuenta: “Nosotras no fuimos criadas con la celebración, pero cuando vimos la película Coco se nos asentaron esas raíces. No solamente el altar, sino recordar a tus familiares que han fallecido y que no queden en el olvido”.
Lorena le sigue: “Aunque nosotras nunca hemos festejado esta tradición, ver el sentido de la celebración es muy hermoso”.
Recordar a los muertos no ha sido ajeno del todo para ella. “Nuestra familia nunca ha sido de poner altares, pero sí fotos de nuestros ancestros, en cualquier casa que tú vayas de nuestras familias hay fotos hasta pintadas de lo vieja que son”, contó Neyely.
“Las fotos de familia han sido muy importantes para mi mamá”, agregó la joven. “Antes en el pasillo de nuestra casa podías ver el árbol genealógico desde varias generaciones atrás, tanto del lado de mi mamá como de mi papá. Pero también tenemos fotos muy viejas y raras de familiares cuando fallecieron, porque en aquellos años les tomaban fotos a los muertos”.
Las imágenes familiares a las que se refieren Neyely forman parte de las fotografía conocidas como “post mortem”, muy comunes en el siglo XIX, que se tomaban a los fallecidos, muchas veces posando junto con sus familiares vivos, para recordar a sus seres queridos.
Neyely y Lorena aconsejan a otros jóvenes no olvidar su cultura, pero sobre todo sus valores. “Lo que a mi me fortalece son las enseñanzas que me inculcaron mis papás. Fueron inmigrantes. Dejaron todo atrás para darnos una vida excelente, lo mejor que ellos pudieron. No dejemos atrás lo que nuestros padres han hecho por nosotros, y por ellos hay que seguir adelante, para demostrar a esta sociedad y a nosotros mismos que sí podemos llegar a nuestras metas, que no hay nada inalcanzable”, dijo Neyely.
Lorena agregó: “No pierdas tus principios morales aunque vengas a los Estados Unidos. No permitas que este país te cambie tus raíces, seas mexicano, puertorriqueño u hondureño. Simplemente se fiel a tu cultura y a tus raíces, y que no te de vergüenza aprender el lenguaje de tus padres, cualquiera que sea su nacionalidad. Muchos de nosotros no queremos hablar el español, o decimos que no sabemos hablarlo, cuando sabemos que nuestras raíces son latinas. No permitamos que alguien más venga y nos cambie nuestra cultura”, concluyeron las hermanas.