Opinión
Hay mucha gente que habla de estos momentos y dicen que vivimos en tiempos oscuros. Supongo que vivir en un momento en el que la salud del planeta y la de nuestra especie no se encuentran muy bien, el uno por el daño que le hemos hecho en los últimos siglos y nuestra especie como consecuencia de una pandemia que se propaga rápidamente por el mundo, es como mínimo para pensar así. Sin embargo, es una forma muy privilegiada de pensar.
Las comunidades migrantes llevan mucho tiempo viviendo en tiempos oscuros, con miedo de ir a llevar a los niños al colegio por miedo a que la migra se aparezca, siendo vilipendiadas por presidentes sin alma, abusadas por los empresarios rastreros, e ignoradas por la sociedad a la que contribuyen y sirven (excepto, tal vez, cuando conviene contarnos para incrementar los números, para luego volvernos a ignorar hasta el siguiente censo). Llevan siendo tiempos oscuros varias décadas ya, con una enfermedad instaurada en lo más profundo de las sociedades donde “malvivimos” y que hace a unas personas creer que está bien que haya quien tenga casi todo mientras por abajo se tenga casi nada.
Dicho esto, es necesario añadir que el estado casi perenne de abuso por desigualdad que vive la comunidad migrante no quita que debamos ahora tomarnos muy en serio la gravedad de esta pandemia (o el bienestar del planeta y su equilibrio ecológico ya que estamos), pues igualmente sufriremos sus efectos actuales y los que seguirán. Y sobre esto es que quiero escribir hoy, porque no veo a la comunidad migrante de Memphis tomarse esta situación con la seriedad que requiere.
No se preocupen que no les voy a dar una lección aquí sobre el coronavirus Covid-19, que para eso hay personas mejores que yo en todo el mundo ya informando y dando consejos sobre lo que hacer. Como psicólogo sé que hay un enorme mar que cruzar entre el conocimiento y la acción, y que se requieren actos de voluntad para iniciar algunas conductas, ya que el entorno nos impulsa a no hacerlas. Hoy quiero hablarles de las cosas que nos están impidiendo como comunidad migrante hacer frente a esta situación.
Como saben muchos, la comunidad migrante sufre de invisibilidad, condición que afecta a todas las personas migrantes en mayor o menor medida. La realidad es que la sociedad norteamericana vive de espaldas a la absoluta necesidad que tiene este país de la mano de obra inmigrante para poder mantener su economía. Por esta razón, representantes de inexistente talla moral se permiten denigrar a la comunidad migrante desde escaños, podios y púlpitos, escupiendo sus mentiras mientras saben que el sistema no podría sobrevivir sin el trabajo y las contribuciones de nuestras comunidades.
Nuestra condición de invisibilidad es lo que les permite hacer esto mientras nunca deja de haber trabajo para las manos y espaldas de la comunidad migrante. Exactamente como lo va a haber ahora, cuando mucha gente tenga que quedarse en casa para combatir la epidemia y negociantes sin escrúpulos continúen buscando migrantes para poder seguir en la brecha y arrancar unas monedas más durante la crisis.
Ahora nos encontraremos con compañías que no garanticen las condiciones de seguridad sanitaria necesarias para evitar el contagio, y seguirán llamando a trabajar a la gente migrante cuando otras personas no quieran o no puedan. Y esta gente migrante seguirá trabajando sin protecciones laborales, ni red social, ni seguro médico, ni protección de las autoridades. Invisibles, como más le gusta a quienes tienen la sartén por el mango.
Ahora nos encontraremos con gobiernos locales que tardan en pasar la información a las familias que no hablan inglés, que no se preocupan por las actuaciones diarias de la migra en nuestras calles, que miran hacia otro lado como siempre hacen. Si hace falta luego “reconstruir” o “recuperarse” harán como cuando el huracán Katrina y llamarán a todas las manos migrantes y dirán que están bienvenidas en sus ciudades para olvidar eso más tarde, como ha pasado en el mismo estado de Louisiana que ahora vive en parte de la enorme cantidad de centros de detención para inmigrantes construidos allí.
Éstas y otras cosas ocurrirán… si ustedes lo permiten.
En este momento, hay que hacer todo lo posible por sobrevivir, y eso significa evitar el contagio propio y el de otros; eso significa quedarnos en casa, salir lo menos posible, no exponernos. Háganlo ahora, no dentro de dos semanas cuando pongan toque de queda y no se pueda salir a la calle (miren la situación en Italia y España). Háganlo por ustedes y por sus familias. Háganlo porque a ustedes les importan los suyos, sus amistades, su comunidad. Háganlo, por sus vidas.
Éste es el momento de ser mejores de lo que somos, mejores que quienes toman nuestro trabajo por sentado, mejores que quienes, en su privilegio, se creen por encima de esta pandemia.
Mucha suerte.
Federico Gómez Uroz es Educador y Psicólogo