Francisco Cervantes/ Memphis
Entre Lineas
De acuerdo a estadísticas del Pew Research Center, durante las elecciones presidenciales del 2008, dos de cada tres latinos votaron por Obama, incluso en estados como en Florida, donde latinos prefieren al partido republicano. En las elecciones presidenciales del 2016, a pesar de que el 66 % del voto latino fue para Clinton, el actual presidente se eligió con un porcentaje considerable de 28 % del voto latino, es decir, ¡algo más de uno de cada cuatro latinos votaron por Trump!
La tendencia de crecimiento del electorado latino va en aumento, de 7.6 % en 2004 a 11.2 % en 2012, y si la tendencia continúa de esa misma manera, es posible que rebase el 13 % durante las elecciones primarias del 2018. Este porcentaje de votos latinos no es nada despreciable, ni siquiera para una administración y partido que en la retórica, acciones y políticas, criminaliza y ataca a esta comunidad.
Desafortunadamente, el voto hispano se ha estancado y a pesar de los ataques, la retórica anti-inmigrante y el racismo, son pocas las esperanzas de una “ola azul” del electorado hispano. Si bien es cierto que tanto republicanos, cómo demócratas han mostrado total indiferencia en el mejor de los casos y total animadversión en el peor, (Obama con la venia del partido demócrata, fue el presidente que ha deportado más inmigrantes en la historia de los Estados Unidos con 2.8 millones de deportaciones), los electores latinos no podemos quedarnos inermes ante la situación de indefensión de millones de nuestros compatriotas. No podemos, no debemos ignorar la separación cruel de familias, el encarcelamiento de bebés literalmente arrancados de los brazos de sus madres y la pérdida de derechos humanos con el fin de criminalizar a minorías e inmigrantes, con documentos o sin documentos.
No podemos mirar con impasividad, cómo este país que también nosotros hemos ayudado a construir, se transforma en una cárcel gigante, donde millones de inmigrantes viven cómo fugitivos, sin tener la seguridad de que van a regresar sin ser deportados, cuando parten al trabajo, a la escuela, a la iglesia o a su vida cotidiana.
Ni republicanos ni demócratas, ¿entonces, por quién votar? A pesar de la tremenda decepción que el partido demócrata ha creado entre el electorado hispano, todavía hay esperanza. Dentro del partido demócrata, se ha creado un movimiento progresista que busca renovar al partido desde su interior y darle una dinámica nueva cuyas bases, y no las elites, decidan acciones orientadas a promover políticas sociales, con minorías e inmigrantes incluidos. Dos ejemplos prominentes de este tipo de candidatos progresistas, son Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez. Candidatos progresistas como ellos son por los que los latinos debemos votar durante las próxima elecciones primarias el 6 de Noviembre del 2018. De esa manera nuestro voto, el voto latino, puede detener y contrarrestar el clima político antiinmigrante en aumento. ¡Ese es el verdadero poder de nuestro voto!